viernes, 3 de octubre de 2008




"En la India se le llama báculo de Brahma a la columna vertebral. La primera figura muestra la forma original del caduceo de Mercurio, en el que las dos serpientes que lo forman simbolizan la Kundalini o fuego ofídico (...); las alas representan el vuelo consciente por los mundos superiores ocasionado por la propagación de este fuego"
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(C. W. Leadbeater, Die Chakras, ek. Friburgo, 1990)



"Los antiguos filósofos comparaban, no sin razón, el mercurio con la serpiente (...), ya que ambos arrastran consigo una cola de un lado a otro, para equilibrar el peso.".En el anillo de Ouroboros, escribe Maier, los antiguos veían tanto "el transcurso de los años y el retorno al origen" como el comienzo del Opus, en el que se ingiera la cola húmeda y venenosa del dragón. Cuando éste muda totalmente la piel, como la serpiente, se obtiene la panacea de su veneno.El Ouroboros desempeña un papel importante en el "Cuento" (Märchen) hermético de Goethe, fechado en 1795: "(...) el dulce lirio se tenía quieto y clavaba su mirada en el cuerpo inanimado (...). Su muda desesperación no clamaba ayuda, que no conocía. La serpiente, por el contrario, se encolerizaba cada vez más (...) Con su cuerpo ondulante describió un círculo en torno al cadáver, se mordío la cola y se quedó inmóvil."
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Michael Maier, Atalanta fugiens, Openheim

El diablo presenta al alma infeliz, que quiere apartarse de Dios, su propia imagen como ciclo de la naturaleza, concretamente "en forma de serpiente, la rueda de fuego de la esencia" Y dice así: "Tú eres también como Mercurio ígneo, y eso te hace codiciar este arte. Pero tienes que comer de un fruto en el que los cuatro elementos, cada uno para sí, quieren dominar al otro y están en permanente disputa." Después de que el alma ha probado el fruto, "Vulcano enciende la rueda de fuego de la esencia y en el alma despiertan todos los atributos de la naturaleza, y con ellos, la codicia y la concupiscencia."
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Jacob Boehme, Theosophische Werke, Amsterdam, 1682


Desde que Vulcano ha encendido la rueda mercurial de la angustia en la que se proyecta el alma, "no codicia más que la multiplicidad de las cosas naturales". Ahora esta sometida por completo al vaivén de las pasiones.
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El alma iluminada aconseja al alma infeliz ddestrozar la monstruosa larva de serpiente que lleva en ella mediante el espíritu de amor a Cristo, que con su encarnación ha hecho saltar las puertas del infierno y abierto así el camino del paraíso.
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Jacob Boehme, Theosophische Werke, Amsterdam, 1682

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