A Pablo Neruda y a todos los poetas
que le anteceden y le suceden.
Un hombre caminando sobre el mar
Sobre su corazón
Camina cielo adentro
Sobrecogiendo al sol con su mirada.
Un hombre
para quien todas las cosas
son parientes lejanos.
Nacido de la luz y de la sombra
Con solamente aparentar tristeza
Mueve a risa
A quien tenga el placer de mirarlo
Perseguido por las aves y por las fieras
Y pensar
Que solo en su mano izquierda
Han crecido cien robles,
Que para vivir un día de su vida
No hay clepsidra inventada
Ni medida de tiempo.
Él, con su corazón
Bajo los pies, sobre el agua,
Junto a los cuatro puntos cardinales.
El amor,
le paso por los ojos
Como un vértigo
Ebrio de abejas, sin heredad.
La muerte sólo sería muerte
Si encontrara su mano.
Qué sólo el hombre
De pie, sobre el océano.
La alegría le teme
Como a un mal pensamiento
Y pensar que su frente es el muro
Donde podréis dibujar
Los más bellos grabados infantiles.
Así avanza
Paso a paso sobre el agua
Siempre despierto mientras el sueño
Vive en los ojos
Del resto del mundo.
Sin divisar jamás el horizonte:
su mirada de golfo perdido
su mano derecha de fuego.
Su boca
El alud que sepulta
Con una sola de sus palabras.
Y qué solo
Va el hombre de espalda al sol
perseguido de niños y sueños
Engañador de cambios terrestres
Entre la muchedumbre de los peces
Ah si encontrarais otros ojos
Con más lejanía
De inconclusa oscuridad.
Camina
Entre el canto de los peces
Suelto como los hombres en su gran prisión
Inefable
como Dios cuando quiere ser hombre.
Distiende la pupila de brasa celeste
A la estrella antigua
En demanda de su halcón pez.
Oh fanal de ojo ciego
Quiero caminar de pie
Contigo sobre el agua
Saludar la escama del gran pez
Ser solícita con la bruma
y penetrar la aleta oculta
que insinúa una mañana de mar.
Beber la leche que desparrama la ola
Cuando tu gran corazón
Quiebra la soledad...
Sordo es el corazón del hombre
Cuando camina de pie, sobre el océano.
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