sábado, 22 de agosto de 2009

El origen de la tragedia - Nietzsche

Friedrich Nietzsche


"Nada es más completamente opuesto a la interpretación, a la justificación puramente estética del mundo, aquí expuesta, que la doctrina cristiana, que no es ni quiere ser más que moral, y con sus principios absolutos, por ejemplo, con su veracidad de Dios, relega e arte, todo arte, al recindo de la mentira, es decir, le niega, le condena, le maldice. Tras semejante manera de pensar y apreciar, que por poco lógica y sincera que sea debe ser fatalmente hostil al arte, yo descubro en todo tiempo también la hostilidad a la vida, la rabiosa y vengativa repugnancia contra la vida misma, pues toda vida reposa en apariencia, arte, ilusión óptica, necesidad de perspectiva y de error. El Cristianismo fue, desde su origen, esencial y radicalmente, saciedad y disgusto de la vida, que no hacen más que disimularse y solazarse bajo la máscara de la fe en otra vida, en una vida mejor. El odio del mundo, el anatema de las pasiones, el miedo a la belleza y a la voluptuosidad, un más allá futuro inventado para denigrar mejor el presente, un deseo de aniquilación, de muerte, de reposo, en el fondo, hasta el sábado de los sábados todo esto, así como la pretensión absoluta del Cristianismo a no tener en cuenta más que valores morales, me pareció siempre la forma más peligrosa, más inquietante, de una voluntad de aniquilamiento; por lo menos, un signo de laxitud morbosa, de profundo abatimiento, de agotamiento, de empobrecimiento de la vida, pues en nombre de la moral (en particular, de la moral cristiana, es decir, absoluta) debemos siempre e ineludiblemente condenar la vida, porque la vida es algo esencialmente inmoral; debemos, en fin, ahogar la vida bajo el peso del menosprecio y de la eterna negación, como indigna de ser deseada y falta en sí de valor alguno. La moral misma, ¿no sería una voluntad de negación de la vida, un secreto instinto de aniquilamiento, un principio de ruina, de decadencia, de denigramiento, un comienzo de un fin y, por consiguiente, el peligro de los peligros?... "
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Extraído del libro "El origen de la tragedia" de Nietzsche, Colección Austral.

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