David Rosenmann-Taub
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de EL CIELO EN LA FUENTE
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- I -
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[El corazón de Jesusa dejó de latir]
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[El corazón de Jesusa dejó de latir]
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El corazón de Jesusa dejó de latir.
-Papá -gritó-, mi corazón no está.
La sombra de las clavellinas se mecía en una distancia un poco envolvente.
-Mi corazón -dijo-, mi corazón
no está.
El corazón de Jesusa dejó de latir.
-Papá -gritó-, mi corazón no está.
La sombra de las clavellinas se mecía en una distancia un poco envolvente.
-Mi corazón -dijo-, mi corazón
no está.
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Demasiado garfiada en dos palancas
acechas la ceniza.
-Mi corazón -gritó.
La sombra de las clavellinas.
Tres
y dos,
y dos para tres.
-Mi corazón no estaba -dijo.
O no dijo.
O lo dijo.
¿Talud? ¿Mi corazón?
Demasiado garfiada en dos palancas
acechas la ceniza.
-Mi corazón -gritó.
La sombra de las clavellinas.
Tres
y dos,
y dos para tres.
-Mi corazón no estaba -dijo.
O no dijo.
O lo dijo.
¿Talud? ¿Mi corazón?
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Las montañas tienen la morada en otro reino.
Yo tengo mi morada
aquí.
¿Repetiré la sombra?
¿Me ceñiré, venciéndome?
Las montañas tienen la morada en otro reino.
Yo tengo mi morada
aquí.
¿Repetiré la sombra?
¿Me ceñiré, venciéndome?
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El gallo matinal cantó dos veces.
Mi corazón
aún
latía.
El gallo matinal cantó dos veces.
Mi corazón
aún
latía.
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¿Y tú, instante de sombra,
qué mano en mis manos
¿Y tú, instante de sombra,
qué mano en mis manos
avasallas?
¿Quién, quién mi pedestal?
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de CORTEJO Y EPINICIO
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[Después, después el viento entre dos cimas]
[Después, después el viento entre dos cimas]
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Después, después el viento entre dos cimas,
y el hermano alacrán que se encabrita,
y las mareas rojas sobre el día.
Voraz volcán: aureola sin imperio.
El buitre morirá: laxo castigo.
Después, después el himno entre dos víboras.
Después la noche que no conocemos
y, extendido en lo nunca, un solo cuerpo
callado como luz. Después el viento.
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Después, después el viento entre dos cimas,
y el hermano alacrán que se encabrita,
y las mareas rojas sobre el día.
Voraz volcán: aureola sin imperio.
El buitre morirá: laxo castigo.
Después, después el himno entre dos víboras.
Después la noche que no conocemos
y, extendido en lo nunca, un solo cuerpo
callado como luz. Después el viento.
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de POESIECTOMÍA
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[Mi fiebre, no mi frente]
Mi fiebre, no mi frente.
La vidriera
que reflejó la primavera
yace, quebrada, lívida, insolente,
en la opaca pupila de la acera.
[Mi fiebre, no mi frente]
Mi fiebre, no mi frente.
La vidriera
que reflejó la primavera
yace, quebrada, lívida, insolente,
en la opaca pupila de la acera.
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