Entrevista de Alberto Lagunas
DOS PALABRAS PARA UN REPORTAJE Alberto Lagunas
DOS PALABRAS PARA UN REPORTAJE Alberto Lagunas
Entrevisté a Alejandra Pizarnik inmediatamente después de que ella ganara el primer premio en el concurso a la producción literaria de 1965 por "Los trabajos y las noches", organizado por la Municipalidad de Buenos Aires. Este reportaje fue publicado en 1966 en un diario de Rosario de escaso tiraje, ya desaparecido.
Tanto las preguntas como las respuestas fueron hechas por escrito, de manera que la palabra de la poeta se presenta sin ninguna alteración.
EL REPORTAJE
A.L: ¿Sabe realmente cuándo comienza a escribir un poema, en otras palabras, cree en la inspiración?
A.P.: No puedo creer en la "inspiración". Pero no se trata de una creencia sino de asistir a una evidencia.
A.L.: ¿Cómo "trabaja’ o "siente" la poesía que hace?
A.P..: Casi siempre trabajo mis poemas a larga distancia. Me importa mucho el rol de la noción de distancia en la compleja relación autor-poema. Pero distancia, en lengua argentina, suele equivaler a frialdad. Ignoro el sentido de este término y agrego que necesito más inspiración (o como quiera llamarse) para trabajar un poema que para alumbrarlo (verbo más adecuado a la segunda etapa, la del trabajo, que no conviene llamar trabajo por su connotación utilitaria). No sé qué otro término podría emplearse pero yo hablaría de intento de curación o de reparación del poema, lo cual no tiene relación alguna con el acto aplicado y escolar de corregir cuartillas con fines de perfección externa de eso que llaman forma.
A.L.: ¿Qué significan para Usted los premios?
A.P..: Una cierta suma de dinero. En cuanto a los premios honoríficos, o sea sin billetes, les quito todo derecho de autodenominarse premios.
A.L.: ¿Cómo ve el panorama literario argentino?
A.P..: No logro verlo. En cambio, vislumbro el panorama literario latinoamericano: Vale la pena frecuentarlo.
A.L.: ¿Qué nombres marcarían el siglo XX literario?
A.P..: Kafka, Breton, Joyce Sigma
A.L: ¿Se atrevería a definir la poesía?
A.P..: No. No me atrevería.
A.L.: ¿Habría diferencia entre "lo poético’ y "lo literario’?
A.P..: Hay inmensas diferencias. El sol es poético y no es literario. Cualquier objeto y cualquier sujeto puede ser poético sin ser literario. Por otra parte, hay que distinguir entre lo poético y el poema, como así también entre lo literario y la literatura. O sea, lo poético y lo literario son atributos inmanentes de sujetos y objetos variados. La alquimia poética o la alquimia literaria puede hacerlos "visibles’ como diría Paul Klee, y es esta una de las razones por las que la poesía y la literatura son apasionantes.
A.L.: ¿Qué le preocupa más cuando da a conocer un libro de poesías?
A.P..: Cuando doy a conocer un libro de poesías nada me preocupa porque me alegra demasiado la perspectiva de quitarme de encima el peso de mis poemas, tan livianos cuando dejan de ser míos o inéditos y cuando algún lector privilegiado los asume y, así, me ayuda a compartir el terrible peso de la palabra solitaria, que deja de serlo gracias a esta operación maravillosa como es el encuentro entre un lector y un poema.
A.L.: ¿En qué está trabajando actualmente?
A.P..: Estoy esperando que sea octubre para ver publicado por Sudamericana mi sexto libro de poemas: "Fragmentos para dominar el silencio". Entretanto, trabajo en poemas nuevos (creo que nuevos en todos los sentidos de esta palabra ambigua) que constituirán un séptimo libro de poemas. Aún no tiene título pero yo lo llamo "J.B." por Jerónimo Bosch (algunos poemas se relacionan con dos cuadros de él). En fin, ignoro si se trata de un libro o de una prueba en el sentido trágico y antiguo, cuando el destino probaba a una criatura humana infligiéndole alegrías y desdichas peculiares. Pero prefiero no seguir hablando de lo que aún no es.
Poemas inéditos enviados a Alberto Lagunas
POEMAS (1959)
Hice un fuego
del color de la palabra
1
madre del tiempo
tú me has visto llorar de memoria
cuando aún no era.
madre del tiempo
tráeme la mirada desnuda del amado,
tráeme la mano de viento del amado,
tráeme su sexo de madera colérica,
tráeme su piel de sonido de tambores.
madre del tiempo
tráeme la flor incendiada
que crece en la lengua de la muerte.
2
perfectamente triste
2
perfectamente triste
para besar la boca inútil de la muerte,
lloro ante los sueños rotos
que me separan de las cosas.
3
He amado tanto
que ya no soy del amor.
Pero he sido niña.
Pero he sido niña.
Tan sólo por eso
debieran considerarme.
4
Ser soñadora en su camisa azul
4
Ser soñadora en su camisa azul
que ama la tierra extraña
o atreverme como la náufraga
que vuelve al mar
porque nadie se alegra
de su salvación.
POEMAS (Diciembre de 1962)
Arrojada desde que nací
he acompañado a una sombra mutilada
En el camino nupcial
me dijeron que no entre
En el extraño agujero de la noche
vi un rostro que se negaba
La luz es sólo luz en la memoria de la noche.
PEQUEÑAS PROSAS (1968)
UNA MUJER
Una mujer muy fea, vestida de negro, se miraba en el espejo de su negocio del boulevard Raspail. Imaginé que le sacaba una foto y después ella me perseguía.
SUEÑO
Vivo en el Polo: montañas de sal, pájaros blancos sin pupilas ni patas.
Es un desierto de nieve en cuyo centro hay un armario de madera.
Los pájaros abren los cajones del armario. Cuando llega el último, salta una niña del tamaño de mi mano.
LOS AUTOMATAS
LOS AUTOMATAS
Nada mejor que pensar en los autómatas. Sobre todo ahora que hay esta luz espantosa, exactamente amarilla pero oscura. He caminado por la G/ rue Garancière y me reí al recordar que allí vivió Leibnitz. Luego volví a mi cuerpo y comencé a inventar autómatas, pegada la cara a la ventana mirando pasar gente y perros.
...........
LA HIJA DEL INSOMNIO
Cuando pienso en Alejandra la veo pasar, solitaria, en una de esas enormes burbujas del Bosco donde yacen parejas desnudas, dentro de un mundo tan tenue que sólo por milagro no estalla a cada segundo. Pero la suya es una burbuja nocturna, irisada como una perla negra. Criatura fascinada y fascinante, víctima y maga, ardía en la hoguera y, al mismo tiempo, con esa maldad de la poesía, prendía fuego al mundo circundante, lo hacía arder con una fosforescencia tierna y sombría, que iluminaba su rostro de niña con una sonrisa fantasma. Niña predestinada a ser vista, con los ojos absortos, en la ventana de un caserón ruinoso, en alguna de esas aldeas de la Alquimia del Verbo, entrevistas en el fondo de un lago. Pero aún allí, en la profundidad de los sueños, fue también la extranjera, la extraviada de sí misma. Una desconocida con su mismo rostros avanzaba hacia ella en todo lugar, en todo instante de su existencia terrestre, interrogándola con las preguntas más desgarradoras, planteándole sin cesar sus propios enigmas, el misterio de todo amor y de toda ausencia. Porque Alejandra permaneció siempre en el linde perdido de otra ribera, cuyo eco no dejó nunca de resonar en las zonas de sombra de su ser con la nostalgia de "los verdes paraísos de los amores infantiles". Pocos seres he conocido tan plenos de fatalidad poética. Extrañamente, todos sus elementos, sus pájaros, sus nubes, su país de huérfana que oculta un secreto desmesurado, su memoria y su pasión se ordenan en dos coordenadas esenciales: el deslumbramiento de la infancia, cuyos poderes sobrevivían en ella, y un permanente sentimiento de muerte, como otro deslumbramiento terrible que la precipitaba al asombro y al terror. Duende desposeído por la caída, cautiva de un reino perdido, sólo podría ver las cosas a la luz de esa exigencia inflexible y sin consuelo. No tenía salvación: no había aprendido a mentirse, a resignarse, a olvidar. Pero la fascinación de la infancia perdida se convierte en ella, por una oscura mutación que cambia los signos, en la fascinación de la muerte, igualmente deslumbradora una y otra, igualmente plenas de vértigo. Toda su poesía gira en torno a estos dos polos magnéticos, dos solicitaciones extremas que se funden en su voz y le dan, desde sus primeros libros hasta sus últimos textos, un acento inconfundible, una emoción esencial y de una calidad extrañamente perturbadora. En uno de los planos más remotos de su conciencia, una imagen materna, blanca y luminosa, la acoge y la protege, le revela las cosas y los sueños en una unidad total. En el extremo opuesto, una mujer pálida y nocturna, la acoge también con la misma solicitud maternal, con una tenebrosa belleza. Hacia una y otra la hija del insomnio corre con los brazos tendidos. Ahora que tantas parejas enamoradas escuchan su palabra, ¿qué puede darles ella? No la esperanza ni la calma, sino una exaltación, una apuesta perdida. Un paraíso infantil doblado por el paraíso de la muerte, la aventura del amor y su imposible realidad. La letra de Alejandra era pequeñita, como un camino de hormigas o un minúsculo collar de granos de arena. Pero ese hilo, con toda su levedad, no se borrará nunca, es uno de los hilos luminosos para entrar y salir del laberinto.
Prólogo de Enrique Molina a la re-edición en Botella al Mar de los libros
"La última inocencia" y "Las aventuras perdidas" (Buenos Aires, 1976)
de Alejandra Pizarnik.
EL VERBO ENCARNADO
Moi je reproche aux hommes de ce temps, de m'avoir fait naître par le plus ignobles manoeuvres magiques dans un monde dont je ne voulais pas, et de vouloir par de manoeuvres magiques similaires m'empêcher d' y faire un trou pour le quitter. J'ai besoin de poésie pour vivre, et je veux en avoir autour de moi. Et je n'admets pas que le poète que je suis ait été enfermé dans un asile d'aliéné parce qu'il voulait réaliser au naturel sa poésie.Antonin Artaud (Lettres de Rodez)
Alejandra Pizarnik
1 comentario:
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