lunes, 9 de marzo de 2009
PABLO DE ROKHA / DEMONIO A CABALLO
Por entre mundos, entre muertos, entre
edades que destilan suerte y vientres de siglos, en verde aceite
de eternidad, amontonados,
navego, a mil estadios de mí y mí mismo, solo.
No entiendo cómo soy, ni en dónde soy, ni cuando soy, ni soy,
o yo soy otro, distinto, universal, acumulado, absorto
con mis águilas;
abajo, un mar vestido de culebra, mordiendo un crucifijo incendiado,
un dios de épocas y piedra,
medio a medio, un tubo de llanto, de luto atardecer, y, encima
una gran estampa de caballero degollado, desde la cual
aúlla un discurso, con chaleco de temporal, echando
los 7 relámpagos reglamentarios, por adelantado;
¿qué significa escribirlo que significa escribir, si ignoro si estoy
muerto o estoy muerto, o soy un antiguo muerto, vendido
como esclavo, a una antigua reina de cera?
nó, empuño mi cabeza y se la arrojo a los leones;
¿a cuál persona me refiero, cuando afirmo que la inmortalidad
me rasguña las entrañas con un rifle quebrado?
No me parezco, soy un campo de batalla, un antiguo edificio
amarillo, construído en los desiertos de Abrahán, un
potro de oro, un soldado enormemente romano,
gritando adentro del traje de acero, con un gran gusano de fuego
en toda la boca,
y a quién le emerge una humareda roja desde el pelo del pecho, formado
de peñascos milenarios y una gran costa druida;
me pienso y pienso un volcán de licor extinguido, un lagarto
decapitado, besando a una paloma de provincia, un león
entre dos banderas,
por adentro de mi ser aúllan los monos furiosos y las montañas
recién paridas,
un clamor gutural de animales, la bestia de dios, tremenda y
alucinada, huyendo de la catástrofe cósmica y el orangután
horriblemente triste, porque deviene hombre.
Me hundiré con el continente que habito, con mi siglo y con
mi pueblo, con la tierra entera y sus planetas, con los
ejércitos de los ejércitos rugiendo,
en el espantoso océano infinito que soy y del cual soy náufrago,
sin haber entendido nunca, comprendido nunca por qué se existe,
qué exite y qué no se dispersa, derrama, disgrega, qué
es lo que constituye el yo tremendo, qué
es lo que constituye la diferencia de lo que difiere, la médula del
átomo, mi átomo, tu átomo, que son los átomos
del muerto y no son del muerto, y lo querrían,
cómo se gasta el tiempo, si no es un cuchillo ni un zapato en el
cuello de un muerto, y qué muere, cuando muere el
hombre y muere
en sus pupilas el último atardecer, agonizando con espanto de
cataclismo, arrastrando todas las cosas en esa gran
caída sin fin, en la cual, adentro nos derrumbaríamos;
pero, por algo existo y respiro, existo, como existe un puñal, un
sombrero de perro zorrero, un fakin, o un caballo,
y no soy el escupo del gusano, ni el pan del militar, que traicionó
a un calzoncillo estrellado, y lo fusilan por la espalda,
ni el ideal de la puta divina,
ni el moco del tonto, al cual le amarran la banda tricolor en la guata;
porque yo no comienzo aquí y termino ahí, nó, yo no comienzo,
yo no termino, yo comienzo la gran época en la cual
se forjaron todos los mundos, cuando la nada flotaba
en la nada, es decir, yo comienzo, en donde el principio
es el principio del principio,
yo termino en el tiempo del ojo del muerto, en el espanto de la
muchacha asesinada por un fantasma, a la orilla en que
el hombre se cae al vacío, en el alarido del aterrado
frente a frente al infierno,
en la cuchara abandonada por sus antepasados, en los extramuros
de la ciudad maldita, entre cerdos, niños, perros y mujeres,
que en grande hambre emputecieron, en la aldea
abandonada, en la vasija abandonada por el antiguo
soldado de Pompeya, en el santo de palo santo, que
posee un sexo de cuero de pecho de trueno, y un ojo
de oro,
en el ideal que la señora apasionada tiene metido debajo del ombligo,
como la espada de las matanzas,
sí, en los degüellos históricos, en los cataclismos de las guerras
tremendas de religión y sus batallas, sí, en las masacres de
clases, sí, en los fusilamientos del Ródano y en la hoz
amarilla de la guillotina, sí, en la bandera negra que
los corsarios enarbolaban, medio a medio de su hombría
de varones de sangre;
he ahí, cómo y cuando los antiguos dioses perdidos, rodeados de
apostasia, musgo de muros muertos, infinitamente solitarios,
gritan en mi interior, el resplandor de las religiones
perdidas,
sí, Jehová y Thor pelean un hueso de perro en mis entrañas,
moviendo los hierros del trueno, que aterró al antepasado, y la
tempestad desgarradora, que engendró la oración y el
poema.
Mi ser consciente, ruge cuando piensa, brama cuando habla,
gime cuando crea, cargado de instinto, discontinuidad y
síntesis,
el lenguaje me desgarra el ser, llenándome de sangre bramante,
me parte en diez mitades, rompiéndome y uniéndome,
con su gran pasada de monstruos, y el mar y el funeral
del mar, claman su aliento grande y convulso en mis
pretéritos,
sin embargo de ser mudo, con relación a la verdad del mundo,
soy yo y no soy yo, quién hablo, porque habla la bestia en celo,
habla la vida y todas las formas de la vida, habla la
cópula brutal de la naturaleza animal, mineral, vegetal,
todo y uno y todo, acoplándose y desgarrándose en la
gran orgía del amor, y habla el mundo, relacionado y
encadenado a su límite;
expresión de unidad y estilo, imagen de orígen, mito magno y
substancial, hombre, afirmo lo que ignoro y lo que ignoro afirmo,
y afirmo porque afirmo,
creciendo, tronando, cayendo, con todas las rodillas del espíritu,
desgarradas en la espantosa crucifixión, levanto
mi existencia, y azoto a la naturaleza, y la naturaleza me responde
con su tremento pellejo hocico, entreabriéndose al sol
de dios, cuando mi poema la cornea y la monta,
engendrándole una gran cría.
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1 comentario:
"...Me hundiré con el continente que habito, con mi siglo y con
mi pueblo, con la tierra entera y sus planetas, con los
ejércitos de los ejércitos rugiendo,
en el espantoso océano infinito que soy y del cual soy náufrago,
sin haber entendido nunca, comprendido nunca por qué se existe,..."
¡Impresionante!
Me ha encantado encontrar un sitio como el tuyo. Enhorabuena por este rincón que mantienes con tanto gusto. Pasaré por aquí de vez en cuando. Un saludo.
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