viernes, 31 de diciembre de 2010

JUAN LUIS MARTÍNEZ - POEMAS






SOLO PARA ELLA

Encontrar el lenguaje
la llave de los mundos
no para cerrar
sino para abrir
terminado el ciclo de lo Oscuro
en adelante, a la Apertura.
Pero sobre todo
oh sobre todo
no sumergir
lo que está cerrado
y espera, en la sombra, ser abierto.


EL ACOSO DEL UNICORNIO

Una Revelación me ha sido hecha
el anzuelo se ha enganchado en lo más profundo de mí.

Desventura, he ahí mi vida.

La aguda flecha de mi mirada
se prendía en resplandor de los soles,
las sombras viscosas que me rodeaban
pero, aunque corriera y aullara
(para que no me cogieran)
y gritara que no estaba loco
siempre ellas  me encontraban
entierrado en el fondo de atolladeros desolados
en ciudades de todos los países.

El miedo, clavado en mí
como hueso de jibia atravesado en la garganta.

Sí, he vivido en la ciudad-detritus de los hombres
pero fue mucho antes la pérdida de mi memoria
para qué negarlo: yo no podía soportar más la soga,
el acoso del unicornio,
las mañanas desentrañadoras del sueño
que me forzaban a reconocer el ciclo del tiempo.

Y el sudor de los despertares, escurría por mis párpados rebeldes
y durante la noche de los instantes, ya veía
el cuerno del sol, traspasarme,
sentía ese fogonazo abrirme el pecho
entonces, me era necesario caer al suelo
y golpear la tierra para que ella me olvidara
y la injuriaba hasta que el agotamiento
estrandulara mi voz.

En el tiempo de estas contradicciones internas
ya había perdido la clave de las palabras
recorría un camino que me prohibía
todo recurso a la comunicación
más que un cascarón blanquecino
espíritu imberbe
árbol sin ramas
diríamos.

Ya no me acuerdo de nada
olvidados los rostros y los nombres
los cuerpos, tal vez...
sólo la carne me importaba,
arrancar lo que enmascaraba el grito
los ropajes y el pudor
mas, los seres, todos los seres
recubrían su desnudez íntegra
de sangre

de sangre negra, destilada de la fuente
de sus cerebros húmedos
purulentos de escoria hipócrita
y jamás he estallado
las láminas de las dagas se plegaban
al contacto de mi piel marchita
y jamás he llorado
las cebollas huían riendo
bajo el brillo de mis ojos entornados.

La escritura como un arpón en la espalda

pero no basta
nunca bastó.


QUIÉN SOY YO

Espero que la sombra me separe del día
y que fuera del tiempo, bajo un cielo sin techo
la noche me acoja donde mejor sé morir.

Si mi destino está sobre la tierra, entre los hombres
precisó será aceptar en mí aquello que me definió,
puesto que no quiero ser otro que yo mismo.

Mi nombre, mi rostro, todo aquello que me pertenece
lo doy como forraje al público insaciable,
mi verdad la comparto con los míos.

No vivo en la superficie, mi morada está más profunda
el malentendido no viene de mí: nada tengo que ocultar
si no sé adónde voy, sé con quién voy.

Mi parte del trabajo es asumir mi libertad
lo digo a fin que más tarde nadie se asombre:
lucharé hasta que me reconozcan vivo.

Mi patria está sin nombre, sin tachas
hay una verdad en la subversión
que nos devolverá nuestra pureza escarnecida.

Y si debiera equivocarme, eso nada cambiaría
hacer reventar los sistemas es el único juego aceptable,
el movimiento es la única manera de permanecer vivos.

Mi amor lo doy al hombre o a la mujer
quién me acompañará en este periplo incierto
donde velan la angustia y la soledad.

Y no cerraré los ojos, ni los bajaré.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LILIANA CÉLIZ - Poemas



"-Admiré sólo la ejecución de los muñecos- dijo"
y me he quedado a solas mirando oir la noche como a un buitre/
en el calzón opuesto de mi madre a cuerda en el insulto de otro
-tal vez el nombre sea la otra esencia- ella tenía a bien el convertible
y yo o yo o la belleza consumada en forma/ los áticos tupidos del
lenguaje de ella en los otoños/ lo desmedido del lenguaje como norma
opuesta al calzoncillo de mi padre (las dos gemas de mi padre como hiriente)
/la balaustrada azul de los cuchillos de mi padre como en gérmen de belleza
en algún puerto muerto como estambre/ las manos de la madre oían otras formas
y yo o yo o mis pasajes/ la marea absurda/ las dos bocas/

6/11/2010

"-ya no hay más nombres- dije a la loca"
en el cuchillo agudo de mi padre, en lo central decía boca a boca la palabra
ajena (la luz ha entrado tarde a alguna puerta y yo acuclillada en calzoncillo)
el eje era el mejor discurso y la otra boca (mecía a la otra boca ajena a alguna
cita) canto voraz el nombre como agudo de tibieza en la indolencia de él,
el abandono mío de su madre en el oleaje de las sombras (la palabra ajena)
el canto hacía al calendario interferir diciendo "ya no hay nombres" y la pasión
antigua de algún Cristo (en el oleaje adverso) (sed en las costumbres)

6/11/2010

como vino en otro cuadro en otro oleaje sucedáneo a la belleza
(la pieza daba tono de armonía) (pero faltaba de él alguna cuerda)
canto a la canción del vino como canto en la extracción primera
de belleza el hombre (o sucedáneo) cara a la raíz inquieta en que
las bridas fueron asesinas de mi carne ( o la mansión desecha
como un viaje) (en el velorio de ella a la canción de cuna de su
madre) (pétalos pétalos muriendo)

 6/11/2010                            





"Visto bastante. La visión se ha encontrado en todos los aires"
en los desmanes del río muerto por las noches entre piedras y
eucaliptos coloreados de verde en el andar de hojas del difunto
y por atrás el nombre entre las plantas (callos en las plantas)
al inferir el nombre coloreado de estrellas púrpuras sin nombre
como peste (aire en los eclipses y que es noche) por detrás
las puertas a la calle y él (la dentadura de él entre mi carne)
en piezas mínimas muriendo

6/11/2010

"sobrevive al desconcierto la tiniebla la plaza", aquellos nombres
idos como anclaje en la marea púrpura o muriendo como valles
empedrados por las noches la marea como viaje por los sorbos del
aliento el ademán de mí entre callejas grises opacadas del silencio/
la oquedad/ la plaza triste sin el viaje en los caballos blancos de la escena
circular el nombre nombre triste como viaje

  6/11/2010