martes, 24 de junio de 2008

CADA DÍA ME ES MÁS DIFÍCIL - E. IONESCO

Eugène Ionesco



Cada día me es más difícil trabajar. Trabajar es una manera de hablar. Quiero decir que cada día me es más difícil escribir. Sin embargo hay que hacer algo para poder existir. Pero he escrito toda mi vida, y por el momento ya no doy más. Pero estoy lejos de estar vacío. Estoy inhibido. Las cosas que me quedan por contar son tan penosas y opresivas que me parece que debo superar lo imposible para hacerlo. El para qué me roe; pero si no escribo, es peor que si escribo. Aparentemente, tengo todo lo que hace falta. En realidad, no tengo objetivo. Hago eso todo el tiempo: hundirme en mi angustia. El alcohol puede hacerme salir de ella, pero por tan poco tiempo, y eso no hace sino agravar el sentimiento de la catástrofe universal. Mi amigo C. me dice que la vida es una pesadilla. Es atroz y banal el inventario de lo que hace la pesadilla: nacimiento y muerte, matanzas y genocidios, desastres geológicos y cósmicos, prisiones y opresiones, violencia y terror, todo eso lo sabemos desde hace mucho tiempo. Y sin embargo se vive. No deberíamos aceptar est condición a la cual parecemos resignados desde milenios. ¿Pero es que la humanidad, tomando cada vez más conciencia de lo invisible universal, no debería suicidarse? Hasta si se vive en la tranquilidad, ¿no es la vejez algo inaceptable? Cuando C. afirma que todo es pesadilla, lo dice alegremente. Es un científico, una inteligencia objetiva. Hace todas esas comprobaciones con lucidez y con razón. Sin sentirlo. Yo, más que comprobar, siento cada vez más profundamente. En C. todo puede decirse, y una vez que lo ha dicho continúa viviendo como si nada fuera. En mí, es indecible. Las palabras que enuncio son simples y banales y no pueden dar esa angustia profunda y auténtica que, paradójicamente, sólo los artificios astutos y sublimes de la literatura pueden expresar. Estoy en lo inexpresable.

En efecto , la humanidad quiere suicidarse pero no lo quiere de verdad, lo quiere a medias; eso explica las guerras, los bombardeos, el hecho de que los hombres se persigan unos a los otros. Quiere, no quiere; pero todos sabemos que tenemos todo lo que hace falta para hacerla estallar. Eso se producirá, por error lleno de sentido, por acto fallido o en un momento de desesperación colectiva.


Extracto de "El hombre cuestionado"

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