jueves, 27 de diciembre de 2007
martes, 18 de diciembre de 2007
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo -. El minotauro apenas se defendió.
sábado, 15 de diciembre de 2007
miércoles, 12 de diciembre de 2007
lunes, 10 de diciembre de 2007
martes, 4 de diciembre de 2007
sábado, 13 de octubre de 2007
viernes, 12 de octubre de 2007
Rosamel del Valle
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Pegada al muro, la sombra. El día más lúcido, el día de los imanes viene de los ojos ruidosos, de los gestos que me invitan a viajar por hilos insostenibles, fieles a la atracción peligrosa, húmedos y fríos instrumentos de la mirada en exilio. La sombra se reúne con el sol y la hierba y algo que debe ser mi posible perennidad se derrumba sonriendo sobre el lecho más brillante que el mar.
jueves, 11 de octubre de 2007
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
miércoles, 19 de septiembre de 2007
domingo, 16 de septiembre de 2007
Marosa di Giorgio
Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían pasado cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín violetas, el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los platos blancos como huesos, las dulceras con olor a rosa. Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos; los que estaban despiertos, quedaron con los ojos fijos; soñaban, igual la vieron. El espejo donde se miró o no se miró, cayó trizado. Parecía que quería matar a alguno. Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, en el mismo sitio, como si debajo estuviese enterrado un muerto. La pobre vaca, que pastaba cerca de la violetas, se enloqueció, gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra se fue volando, se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.
De "Los papeles salvajes" 1971
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Al alba bebía la leche, minuciosamente, bajo la mirada vigilante de mi madre; pero, luego, ella apartaba un poco, volvía a hilar la miel, a bordar a bordar, y yo huía hacia la inmensa pradera, verde y gris.A lo lejos, pasaban las gacelas con sus caras de flor; parecían lirios con pies, algodoneros con alas. Pero, yo sólo miraba a las piedras, a los altos ídolos, que miraban a arriba, a un destino aciago.Y, qué podía hacer; tenderme allí, que mi madre no viese, que me pasara, otra vez, aquello horrible y raro.
De "Los papeles salvajes" 1991
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LOS LEONES RONDABAN LA CASA
Los leones rondaban la casa. Los leones siempre rondaron. Siempre se dijo que los leones rondaron siempre. Parecían salir de los paraísos y el rosal. Los leones eran sucios y dorados. Ellos eran muy bellos. Los ojos como perlas. Y un broche brillante en el pecho entre aquel pelo áureo. Los leones entraron a la casa. Corrimos a esconder los floreros de sal, de azúcar, el cometa Halley, las queridísimas sábanas nevadas, la colección de estampillas. Y a traer los sudarios. Los leones eran al mismo tiempo, presentes e invisibles, al mismo tiempo, visibles e invisibles. Se oía el rumor de la leche que robaban, el clamor de la miel y la carne que cortaban. Llevaron hacia afuera a la abuela oscura, la que tenía una guía de rositas alrededor del corazón. Y la comieron fríamente. Como en un simulacro. Y -como si hubiese sido un simulacro!- ella tornó a la casa y dijo: -Los leones rondaron siempre. Están delante de los paraísos y el rosal. Dijo: -Los leones están acá.
De "Mesa de esmeralda" 1985
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Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se alimenta de muchas especies y de sólo una. Las busca en la noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí. Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande, con rizos, vestido celeste.Un picaflor le trabaja el sexo. Ella brama y llora. Y el pájaro no se detiene.
De "Obra completa " 2005
Mi dolor
Mi dolor, ah queridos,
Mi dolor tiene cara de rosa,
Amo profundamente mi dolor,
(V)
Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
Aquí,
Hace frío sin ti,
Cuanto veo, lo trago inmediatamente
Tal cual es, sin empañar por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
Ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La he mirado tanto tiempo
Que creo que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
Buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Que viene y se va.
Todas las mañanas su cara reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja
Se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz.
Los árboles de la mente son negros. La luz es azul.
Hiriendo mis tobillos murmuran su humildad.
separado de mi casa por una hilera de lápidas.
Blanca como un nudillo y terriblemente turbada.
Con el bostezo en O del total desencanto. Yo vivo aquí.
Ocho grandes lenguas afirmando la Resurrección.
Finalmente, ellas proclaman con sobriedad sus nombres.
Sus ojos se elevan por sobre él, y encuentran a la luna.
La luna es mi madre. Ella no es dulce como María.
Cómo desearía creer en la ternura-
El rostro de la efigie, dulcificado por las velas,
Azules y místicas sobre el rostro de las estrellas.
Dentro de la iglesia, los santos serán todos azules,
Sus cabezas y sus caras rígidas de santidad.
La luna no ve nada de esto. Ella es calva y salvaje.
Y el mensaje del tejo es negrura -negrura y silencio.
martes, 11 de septiembre de 2007
Vamos pasando, pasando
Eso que viene y se acerca
-¿Por qué va corriendo, di,
-No va a volverse, chiquito,
-Chiquito, escucha: ellos eran
-No cuentes ahora, no,
-Ya se pierde ya, mi niño,
-Di cómo se llaman, dilo.
-Hasta su nombre les falta.
Deja, la verás un día
Estoy metida en la noche
Sueñan, sueñan, hacen el sueño
Los pinos tienen su nombre
Apretadas y revueltas,
Abajo son los silencios.
Quiero aprender lo que oyen
viernes, 7 de septiembre de 2007
sábado, 25 de agosto de 2007
miércoles, 1 de agosto de 2007
Violeta Parra
la noche me puebla todas mis orillas
así voy rodando como el ave herida,
me levanto, caigo, me paro enseguida.
Así voy rodando como el ave herida,
el viento me enreda en sus cuerdas frías.
El viento me arrastra con fuerza maligna,
si quiere quedarse mi cuerpo allá arriba,
se llenan mis huesos de llamas altivas,
el viento me viste, me baja enseguida.
Se llenan mis huesos de llamas altivas,
el viento me cubre su larga camisa.
La luz de los montes todo me encandila,
igual que la mano de terca nodriza las
con la luz y el viento, me alargan la esquina.
Las nubes me entregan su llanto de arriba,
con la luz y el viento me paro enseguida.
Solitario solo como luna esquiva,
pa'escupir mis penas me falta saliva
la reseca el viento que siempre vigila,
para sepultarme en su negra brisa.
La reseca el viento que siempre vigila,
para sepultarme en frías cenizas.
Julio Cortázar
viernes, 27 de julio de 2007
tienen grandes ojos muertos
la fijeza de la fiebre
lo que mira en esos ojos
es la nada del universo
mis ojos son ciegos cielos
en mi impenetrable noche
lo imposible está clamando
todo se derrumba
***
almanaque de lejía de tinta
inmortalidad de poeta velludo
poesía cementerio de obesidad
adiós terneras licenciosas
dulces muertos en hábitos de mujeres desnudas
adiós mentira sueños
trilla de papeles mostachos polvorientos
vagonetas de fiebre
columnata de lluvia loca
susurros de sudarios infectos
fúnebre impudor de los humanos huesos
allí una muchedumbre amontona las cajas del quizá
un gendarme en camisa en lo alto de un tejado
blande una guadaña el demonio
entre los muertos te cuento
un cordón indispensable
entre el corazón y el viento
Nada tengo que hacer en este mundo
sino arder
de amor por ti muero
tu ausencia de reposo
un viento loco silva en tu cabeza
enferma de haber reído
me huiste por un amargo vacío
que te desgarra el corazón
desgárrame si tu quieres
mis ojos te encuentran en la noche
ardiendo de fiebre
desde las profundidades del dolor te llamo
con un grito inhumano
como si pariera
tú me ahogas como la muerte
lo sé desgraciadamente
sólo te encuentro agonizando
eres bella como la muerte
todas las palabras me ahogan
estrella horada el cielo
grita como la muerte
ahoga
no quiero vivir
que dulce es ahogarme
la estrella que se eleva
está fría como una muerta
véndame los ojos
amo la noche
mi corazón es negro
empújame a la noche
todo es falso
sufro
el mundo huele a muerte
los pájaros vuelan con los ojos reventados
eres sombría como un cielo negro
la fiesta comenzará
en el lodo y en el miedo
las estrellas caerán
cuando la muerte se acerque.
Eres el horror de la noche
te amo como se agoniza
eres débil como la muerte
te amo como se delira
sabes que mi cabeza muere
eres la inmensidad el miedo
eres bella como matar es bello
con el corazón desmesurado me ahogo
tu vientre esta desnudo como la noche.
Me arrastras hacia el final
la agonía ha comenzado
nada más tengo que decirte
nada desde la tumba
y las tumbas son mudas.
I
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
Te acostaré en la tierra soleada con una
Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
II
Este largo cansancio se hará mayor un día,
Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
Sólo entonces sabrás el por qué no madura
Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
III
Malas manos tomaron tu vida desde el día
Y yo dije al Señor: -"Por las sendas mortales
¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Se detuvo la barca rosa de su vivir...
jueves, 26 de julio de 2007
Antonin Artaud