martes, 24 de julio de 2007

Pablo de Rokha
IMPRECACIÓN A SATANÁS
Sobre el pensamiento y la muerte, al final, al final del hombre, la vida, la vida y sus causas... al final!, muy lejos de vosotros, muy lejos, frente a MI, tú, oh! sueño funeral, gris como el entendimiento vegetal o botánico de un árbol, hijo de mujer, hijo de mujer dominas el espectáculo; sideral y aúllas, aúllas, aúllas, aúllas, mueves tus días fatales amarillentos lomismo que atardeceres lluviosos u hombres idiotas, e impones, iconoclasta y ácido, la perspectiva imperial que el sufrimiento humano, el sufrimiento humano imaginó, a manera de cumbre soleada por el sol muerto del vacío, para tí, Satanás.
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Creo en Dios, como el espanto inicial del conocimiento, la mentira animal prolongándose inmensa y dolorosamente hacia la eternidad balbuciente de las últimas, pálidas, pálidas, últimas e inútiles experiencias, el espectro monumental, crepuscular o absurdo del bimano que emerge, emerge, emerge agobiado con el misterio azul de los anchos asombros elementales hasta las montañas de la amargura racional; he mirado pasar, TRANQUILAMENTE, al poeta de ayer por el camino, sin crepúsculos, de la belleza habitual, inmóvil con la inmovilidad del concepto e ingenuamente feliz, ingenuamente feliz, ingenuamente feliz, pero tu canto horrible de maldito, alarido de fúnebres, extraordinarios e inhábiles tonos ácidos, mortuorios, ácidos, mortuorios, arrojó a la sombra de mis sesos ardientes la semilla hostil, la semilla hostil, embrión de plantas lúgubres, impudentes, tentaculares, envenenadas cual culebras, el horror, la tragedia que corroe y alumbra, alumbra colmando de canciones agrias, mi verdad superior, Satanás.
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Tu fealdad que culmina, culmina a fuerza de expresióm estética el dinamismo, la belleza de los fenómenos reales y la ilusión, tu fealdad, tu fealdad es bella, bella, bella, bellísima con el terror sublime del ritmo tremendo, horrendo, tremendo, tremendo, tétrico y movil que hacen temblando, diez, cien planos y mil líneas muertas, truncas, rotas, viajeras de la forma, golondrinas celestes del volumen, ahí donde hay ruido, pánico, frío, frío, frío, frío, frío de soledad, el tiempo y los seres pálidos concluyen y comienzas tú, Satanás.
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Enemigo del hombre, el odio de la tierra levantó un mausoleo colosal a tu alma, enemigo del hombre, y mientras te abominaron, entonces, cuando tu maldición de los siglos te azotaba la cara con el vómito, el vómito de las congojas aunánimes, en aquel día perfumaba los cielos ENORMES, Satanás.
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Constituyes lo dionysiaco, lo dinámico, lo demoníaco, la sonora razón de la fuerza, el canto de rebelión coronado de águilas, por eso te maldicen, porque eres como un viento, como un viento, como un viento destructor de ilusiones o como gemido, y chillan las flacas mujeres, sollozan los niños, sollozan los niños, alzan el vuelo, ateridos y horrorizados, ateridos y aterrorizados los pájaros, cuando vienes tronando por tu camino de estrellas despedazadas tu canción estridente, Satanás.
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Desterrado, nadie te quiso jamás, desterrado!, desterrado! desterrado!, entristecido con el dolor de todas, todas, todas las tristezas, haz andado errabundo con tus manos cargadas de lamentables afectos lamentables, por encima de los cementerios, a la vera de las abandonadas ciudades, las abandonadas ciudades y las casa vacías, el MAS triste de todos los símbolos, y nunca, nunca, nunca, nunca, nunca te dijeron "amigo", Satanás.
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Yo, extendidas sin rumbo las eternas, dolorosas manos errantes, levantando mi voz por encima de todas las vastas épocas, las vastas épocas, las vastas épocas, pronuncio mi bendición a ti, Satanás; bendito seas, bendito seas, estatua de lo malo, estatua de lo malo y CONDICIÓN del bien, Jehová negro, bendito seas porque egregio, autoritario y solo, solo como yo, solo y aplastado con todas, con todas las desgracias de "los hijos de Adán". Con el escarnio de todos los pueblos las anchas naciones, con la enemistad de todas las cosas, todas las cosas, con la antipatía de los instintos rojos y la amarga abominación eterna de las criaturas que pueblan los profundos cielos admirables, la cansada tierra y el mar elevas tus plegarias al infinito, hermano mío, hermano mío, como el más grande, como el MÁS grande de TODOS los monumentos al dolor, Satanás, hermano mío!...

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